Este blog es el cuaderno de trabajo de las asignaturas Dibujo Artístico, Técnicas Grafico Plásticas

miércoles, 25 de marzo de 2020

Expresionismo Figurativo

Francis Bacon y Lucien Froid 


Lucian Freud – Reflexión (Autorretrato), 1985 (izquierda) / Francis Bacon, 1952 (derecha)


Lucian fue muy amigo de Francis Bacon y, junto a Frank Auerbach, los tres, fueron las caras visibles del movimiento artístico llamado Escuela de Londres, que aún hoy cuesta que sea aceptado por la gran mayoría de los historiadores del arte. También estaban en ese grupo Michel Andrews, William Coldstream, Paula Rego y Leon Kossoff. 

El objetivo, o al menos la intención que los unía, era mostrar la fragilidad del cuerpo y el deterioro contextual. Un mundo de posguerra que no traía buenas noticias. Eso también se reflejaba en la pintura.

Francis Bacon

(Dublín, Irlanda, 28 de octubre de 1909-Madrid, España, 28 de abril de 1992) 

Francis Bacon fue un pintor británico, nacido en Irlanda, de estilo figurativo, caracterizado por el empleo de la deformación pictórica y gran ambigüedad en el plano intencional. 
Fue un pintor autodidacta. Pinta directamente sobre los lienzos, no realiza bocetos. Viajó por Europa y en París descubrió a Picasso, decidió ser pintor. El éxito no le llega hasta la década de los 40 con “Tres estudios sobre la Crucifixión”:
Tres estudios sobre la crucifixión


Recurrió al Informalismo, al Expresionismo y al Surrealismo. 
Sus cuadros son racionalistas. Se trata de una pintura expresionista muy difícil de encasillar, no perteneció a ninguna escuela. 
Decía que seguía una corriente pospicassiana, siguiendo la vía abierta sobre la figuración y el cuerpo humano. 
Bacon, entre la figuración y la abstracción plasma en su pintura la terrible angustia que el hombre vive al acabar la 2ª Guerra Mundial. 
Su temática versará sobre el hombre, despojado y encerrado, ya sea en arquitecturas lineales que recrean espacios o en grandes fondos casi planos. 
Bacon expresa el drama del hombre liberándolo de toda anécdota accesoria, pintándole sin sutilezas que lo atenúen y sometiéndole a deformaciones hasta un nivel no conocido con anterioridad en la historia del arte. 
Ya sea en sus retratos, como en sus autorretratos, los cuerpos aparecen mutilados o atrofiados.
Representa a seres en movimiento, preferentemente hombres, encerrados en espacios angustiosos y en habitaciones oscuras con fuerte carga emocional. Deformados. Gritando. 
La vida, la sexualidad, la carne putrefacta (como símbolo del ciclo de la vida), el sufrimiento, la muerte (sobre todo a partir del suicidio de su pareja en 1972), son constantes, obsesivas. 
Las escenas son opresivas, viciosas y a la vez dolorosamente verdaderas. 
El chillido de un mono, un cuerpo retorcido en el cuarto de baño, un terrorífico hombre encorbatado que sonríe en una penumbra azul… Las feroces imágenes de Bacon contrastan con su aspecto de dandy. 
Utiliza la fotografía como medio. Coge de los periódicos fotografías de catástrofes y para modelos de sus retratos le es suficiente con instantáneas de un fotomatón. Las secuencias fotográficas de Edward Muybridge también le influyen en su deseo de captar movimiento. Los clichés que utiliza se desparraman desordenadamente por el suelo del estudio, se manchan con pinturas, y él interpreta estos casuales restos patéticos y los plasma tal cual en sus cuadros. El parecido con objetos o personas no le preocupa. También le influye el cine como el Acorazado Potemkin. 
El lenguaje estilístico, inicialmente se inicia bajo la influencia del surrealismo, aunque observará distintas tendencias a lo largo de su vida. 
No formará grupo con nadie y el mismo se definía como “huérfano en el arte”. Sin abandonar la exploración de aspectos irracionales, su expresionismo agresivo golpea en nuestra mente para hablarnos de aspectos escondidos de nosotros mismos. Rostros y cuerpos transformados por tensiones insuperables se agitan en una habitación vacía donde cuelga una bombilla, o, agazapados, indolentes, permanecen tumbados cual carne amorfa. La anatomía, voluble y elástica, toma actitudes confusas y de un torso desnudo brota la sangre. Miembros descuartizados, carnes corrompidas, bocas dislocadas y cuerpos convulsos; seres deformes y atormentados que reflejan su pesimista visión de lo que intuye como implacable futuro que espera al hombre. 

El formato de su obra: 

Aunque tiene obra en todo tipo de formato, tamaño y materiales, sus grandes obras las prefiere en óleo sobre lienzo y, si es posible, enfrentar a sus figuras en tríos o trípticos. 
Los grandes trípticos desde los años 60 ganan protagonismo. El tríptico es el formato ideal para conseguir movimiento, pues obliga al espectador a rebotar la vista en cada imagen. Utiliza, además, el tríptico para romper con una composición coherente o unitaria y para que lo primero nos llegue sean imágenes desde distintos puntos de vista que golpeen nuestro subconsciente antes de que podamos racionalizar y entender lo que vemos. 

El color: 

Bacon, desde los años 60, se convierte en un maestro del color y experimenta con todas las tonalidades que puede conseguir un artista. No se queda con ningún color en exclusiva: rojos, naranjas, amarillos, verdes, azules, violetas… Los fondos uniformes de un colorido fuerte y unitario sirven para proyectar sus figuras. 

La técnica: 

Contaba Bacon en una entrevista a Marguerite Duras en 1971 a cerca de su técnica pictórica: “No dibujo. Empiezo haciendo todo tipo de manchas. Espero lo que llamo “el accidente”: la mancha desde la cual saldrá el cuadro. La mancha es el accidente. 
No hace bocetos, se basa en una aparente improvisación.

Estructura y composición:


En los cuadros, Bacon contrapone estructuras opuestas; a lo riguroso contrapone lo deforme. 
Sus visiones se sitúan en un espacio geométrico y abstracto mediante el que consigue una sensación de dinamismo.
El movimiento fluye por entre los planos extrañamente superpuestos, y elipses cuboides, círculos o flechas acentúan un detalle preciso. 
Los fondos compactos dan coherencia a un conjunto que se convierte en algo unitario.
Un color intenso y puro desgarra el lienzo. 
Sus figuras habitan en unas “jaulas” abstractas en las que palpita un cuerpo abandonado a su propio destino. Son habitaciones impersonales en las que el hombre, desolado, vive una soledad intolerable. 

Influencias: 

Bacon admiró a pintores contemporáneos como Picasso, Cezanne, Van Gogh o Soutin, pero también a los grandes maestros como Velázquez, Goya, Rembrandt o Ingres y tenía muy presente la mitología griega. 
En su estudio se hacía rodear de láminas y fotografías de la historia del arte que más le impresionaban. 
Por esta actitud hacia la pintura del pasado y el mundo clásico, era un pintor contracorriente en la posguerra, donde la abstracción dominaba el panorama artístico. La forma más profunda en que podía plasmar su admiración hacia ellos era tomar alguna de las obras emblemáticas de estos pintores y reinterpretarlas. 

Velázquez, Rembrandt y Goya 

Bacon admiraba profundamente los retratos de Diego Velázquez. Le obsesionaba especialmente el Retrato del Papa Inocencio X al que regresará una y otra vez versionándolo (hasta 53 retratos) durante las décadas de los años 50 y 60. 
Le atraían tanto los aspectos técnicos del color lujoso y el virtuosismo en el tratamiento de la tela y la carne, como la maestría de Velázquez para capturar la personalidad del retratado. Bacon orientó la obra siempre a hacer salir del Papa otras sensaciones que veía palpitar en el cuadro como la agonía, la amenaza y el aislamiento. No se trata de una relación puramente formal sino de un proyecto de descomposición que actúa como si fuese una radiografía del cuadro original. 
De Rembrandt, otro gran retratista, toma el uso audaz de la luz y de las sombras (claroscuro) sobre fondos vacíos. Debe también al maestro holandés su serialización de autorretratos de sí mismo y de sus seres cercanos. 
En Bacon hay algo de la violencia y de la angustia que reflejan las figuras de Goya: de los “desastres”, de los cuadros de la Guerra de la Independencia, de las “pinturas negras” y de los retratos.












 


LUCIAN FREUD


Freud le debe mucho a los expresionistas de principios del siglo XX y a aquellos que inspiraron a los expresionistas. Sus pronunciados trazos expresivos recuerdan en ciertas cosas a Egon Schiele y Edvard Munch, y la perspectiva inclinada y las representaciones antropomorfas de sillas, zapatos y otros objetos inanimados recuerdan a Vincent van Gogh. 
Probablemente por defecto, la intensidad psicológica de sus retratos fue el resultado de las muchas horas pasadas con sus modelos, práctica que podría compararse con la práctica psicoanalítica de su famoso abuelo, Sigmund Freud. 
Después de haberse iniciado en el surrealismo en su juventud, se convirtió tras la Segunda Guerra Mundial en uno de los principales representantes de la pintura figurativa inglesa. Especializado en retratos, estos suelen excluir la expresión de sentimientos y los personajes representados aparecen bajo una fuerte luz, y con una carnalidad muy perceptible en el caso de los desnudos. 
A partir de los años 1950 empezó a realizar retratos, muy a menudo desnudos, sin nada más, utilizando la técnica del empasto (o impasto). Los colores son a menudo neutros. 
Los temas de Freud son personas y sus vidas; amistades, familia, colegas, amantes y niños. En contadas ocasiones acepta retratos por encargo. 
Como él mismo dice en sus memorias: “El tema es autobiográfico, cuanto tiene que ver con la esperanza y la memoria y la sensualidad y la participación, la verdad…” “Pinto gente, no por lo que quisieran ser, sino por lo que son”. 
Hoy en día su magistral y característico uso del impasto en retratos y pintura de desnudos, entre otros aspectos de su pintura, hace que muchos lo consideren como uno de los mejores pintores figurativos del siglo XX. 
Es famoso por sus dibujos de desnudos: mujeres gruesas que muestran un desparramo de sus miembros, hombres que descubren sus genitales. También las figuras que dibuja llevan su sello, aparecen con venas hinchadas y deformes. Freud describe e inmortaliza en sus dibujos la degradación del cuerpo y su decadencia. 
Además de numerosos autorretratos, Freud pintó a conocidos y a miembros de su familia, como su madre o sus hijas Bella y Esther, y excepcionalmente a famosos como la reina Isabel II o la modelo Kate Moss. 
Lucian Freud falleció el 20 de julio de 2011 en su casa de Londres.

Retrato de la reina de Inglaterra, 2000 – 2001. 

Frank Auerbach (1975-76).  Óleo sobre lienzo, 26.5X40 cm. 
Eli y David (2005-06).  Óleo sobre lienzo 

Autorretratos importantes


Los autorretratos de Freud, el tema al que volvió una y otra vez a lo largo del tiempo, revelan las características más evidentes de sus condiciones psicológicas. 
Entre sus primeros autorretratos figuran Hombre con una pluma (1943) y Habitación en Paddington (1951).


Hombre con una pluma (1943). 

Hombre con una pluma es una pintura con influencia surrealista en la que Freud se representa a sí mismo sosteniendo una pluma. En el suelo, detrás de él, hay varias formas misteriosas, y en el fondo vemos figuras sombrías de un pájaro de pico y un hombre con un sombrero. Freud no reveló nunca lo que representaban. En 1951, su obra Habitación en Paddington (1951) ganó un premio del Consejo de las Artes en el Festival de Gran Bretaña.

Habitación en Paddington, 1951. 

Sus autorretratos en un estilo más maduro

Un autorretrato que también es un maravilloso retrato de una planta es la obra Interior con planta, escucha de reflexión (autorretrato), 1968. Una planta araña domina el primer plano y detrás un espejo refleja al pintor que aparece con una mano sobre su oreja. El pintor parece estar desnudo, al mismo tiempo que parece ser una extensión de la hoja.


Interior con planta, escucha de reflexión (autorretrato), 1968

Por el contrario, Autorretrato, Reflexión (2002), es una pintura tranquila y reflexiva del artista ya siendo un anciano. Freud lleva una chaqueta, pero sin camisa. Se agarra a su bufanda como si fuera una soga alrededor de su cuello. Lo que es notable es la forma en que ha representado su cabeza usando empaste, acumulando capas de óleo hasta que parece desaparecer en la pared de pintura detrás de él.

Autorretrato, Reflexión (2002)

Desnudos

Freud pinta a familiares y amigos desnudos y vulnerables. El artista prescinde de comunicar sentimientos: busca sobre todo la carnalidad.
Como sus colegas de la Escuela de Londres, el pintor consideraba al ser humano poco más que un montón de carne, que en pintura se traduce como un montón de materia, casi una escultura.
Los desnudos de Freud son perturbadores. Dejando de lado sus poses exageradas, los defectos y las imperfecciones del retratado son más que visibles. Es casi hiperrealismo, aunque el artista deja claro que lo que hace es pintura.
Además el pintor usa un punto de vista alto, colocando al espectador de alguna manera en una posición de superioridad, entre el voyeur y la imagen reflejada en el espejo. Después de todo, Freud pinta humanos, que es lo que somos… algunos.
Su paleta de colores, y muy particularmente su especial pigmento blanco, da un tono mortecino a las carnes. Los cuerpos parecen siempre ajados, envejecidos, vulnerables, ajenos a cualquier belleza formal.
Retrato nocturno, 1986
Pintor trabajando, reflejo - Lucien Freud
Pintor trabajando, reflejo – Lucien Freud
Nunca intentó copiar a sus modelos y, al existir fotografías de los mismos, podemos confirmar que nunca quiso ser un pintor fotográfico. Vemos, por ejemplo cómo la modelo de uno de sus cuadros más célebres, “Big Sue”, era menos gruesa y más joven que la representada en la obra.
Big Sue - Lucien Freud
Big Sue – Lucien Freud
Fotografía de la modelo posando para
Fotografía de la modelo posando para “Big Sue”
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Los mismos hechos podemos observarlos este “Hombre desnudo visto de espaldas”, un retrato de su amigo Leigh Bowery.
Hombre desnudo visto de espaldas - Lucien Freud
Hombre desnudo visto de espaldas – Lucien Freud
Fotografía con Leigh Bowery
Fotografía con Leigh Bowery

Retrato de su amigo Leigh Bowery - Lucien Freud
Retrato de su amigo Leigh Bowery – Lucien Freud

La mayoría de los modelos del pintor eran familiares y amigos. Se comenta que los sometía a sesiones agotadoras de posado y que ésto, de algún modo queda reflejado en sus rostros ausentes y algo abatidos.

Lucien Freud retrata tanto hombres como mujeres.
Annie y Alice - Lucien Freud
Annie y Alice – Lucien Freud
Figura sentada - Lucien Freud
Figura sentada – Lucien Freud
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Retrato desnudo - Lucien Freud
Retrato desnudo – Lucien Freud
Retrato nocturno boca abajo - Lucien Freud
Retrato nocturno boca abajo – Lucien Freud










Pintor y modelo - Lucien Freud
Pintor y modelo – Lucien Freud
La representación destacada de los genitales masculinos, un tabú cultural que se aprecia en toda la Historia del Arte, adquiere ahora un fuerte protagonismo en figuras representadas con las piernas abiertas.
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Hombre desnudo en la cama - Lucien Freud
Hombre desnudo en la cama – Lucien Freud

Leigh Bowery – Lucien Freud

David y Eli – Lucien Freud


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